Cuantos cuentos. Cuantas historias. Historias peque¤as, min£sculas, terribles. Tragedias chatarra. Vidas que para qu‚. Muertes que estabas escritas. Actos heroicamente rid¡culos. Vidas ef¡meras, tal vez intensas, navegando hasta la boca de tormenta y chau... En estos cuentos no hay personajes de otro mundo, ni cat strofes repentinas. Los actores est n permanentemente en escena, son vecinos, parientes, relaciones de hora de oficina. Escena y nudo est n, quiz , desde siempre. El desenlace... tal vez ya se dio, o se esta dando, o en cualquier momento. Un instante de lucidez, un gesto peligroso pero ya impostergable, una palabra que ya no se puede callar. Son todas guerras que alguna vez alguien tiene que pelear. ¨Por qui‚n? Acaso por uno mismo, nada m s. Tal vez un gesto de enojo ante el Destino, el Inmutable, contra el que muchas veces, no sabe luchar. ÿ Carlos Adalberto Fern ndez