A Gandia, Isabella vivia. Era una jove tan delicada, que amb un caramel s’ofegava. De puntetes caminava, i d’un bufit queia a terra. Era la delicada de Gandia. Fins que un bon dia, de matí, al cap li caigué un pètal de gesmil...
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información