El insigne poeta valdepeñero Juan Alcaide, que capta como nadie la dulce rudeza de La Mancha, en su libro de poemas Ganando el pan, se rebela contra el olvido a que es sometida constantemente su tierra y, como un grito desesperado, clama en uno de sus sonetos: ôDame señor la gracia de la espiga: / ù templarme a todo viento, abrirme en granos, / molturarme en dolores cotidianosù / y amasarme en artesas de fatigaö. Su poesía expresa su deseo de fundirse con esta Mancha para absorber de ella toda su ôalmaö; porque Castilla-La Mancha no es una tierra de paso, está perfectamente anclada en la Historia, participando en el devenir de una nación, que se ha formado con el acrisolamiento de razas y culturas, y con unos hombres y mujeres que han forjado esa historia con la pluma, con la cruz, con el pincel o con la espada, pero siempre con esfuerzo, trabajo y dedicación. Son estas gentes, sus proezas, el patrimonio que nos han dejado, lo que a través de este libro queremos dar a conocer, y qué mejor instrumento que los sellos postales. Porque estas pequeñas obras de arte son unas maravillosas ventanas que nos muestra