Nietzsche vuelve a mostrar en esta obra cómo los dos mil años de cristianismo han instaurado una moral equívoca basada en una concepción del bien y del mal que atenta contra los instintos del hombre.
Esa falsa moralidad debe ser superada, con una inversión total de los valores establecidos.
Para ello el filósofo contrapone aquí el pensamiento de la antigüedad, en una nueva muestra de su amor por la tradición clásica.