En las inmediaciones de O Porriño, en la cumbre del Monte Castelo, frente a la aldea de Cans existe un roquedal que representa a un pianista sentado en actitud de tocar su instrumento. Una gran escultura que podemos tomar por un capricho de la naturaleza.
Pero no, ese personaje y su piano de cola guardan las notas de una leyenda. En realidad, el personaje se llamó Pedro de Chamorro, fue natural de Cans, alcanzó gloria y fama en el siglo XVIII y quedó ahí inmortalizado para la eternidad.
¿Cómo sucedió? Ese es el secreto, la apasionante epopeya de amor a la música y tesón que Xosé A. Perozo ha resucitado aquí para gozo de las generaciones presentes y futuras.