Sub¡ al desv n. All¡ estaba sucediendo la Historia que yo, como cuentista, iba a relatar. Escrib¡ la primera frase y me puse a decorar la erre que inauguraba la obra, sin advertir que la Historia segu¡a avanzando. Escuch‚ la voz de sus di logos cuando se desarrollaba en la habitaci¢n de Carmet. Tom‚ mi libreta y corr¡ tras ella.A noventa renglones de distancia, Carmet asomaba a la ventana y descubr¡a un mundo de otro siglo en el jard¡n. Luego, saltaba desde el alf‚izar e instaba a Romu a seguirla. Encantadoras criaturas, como Juan sin miedo, las esperaban para emprender un viaje en busca del miedo.Era la primera vez que Romu entraba en un cuento y, ya en el cap¡tulo III, concluy¢ que lo que all¡ pasaba no era muy normal. Comenz¢ as¡ una extensa cr¡tica acerca de no s‚ qu‚ alteraciones de las leyes f¡sicas, naturales y del sentido com£n, bas ndose en que, seg£n ella, los animales y los objetos no hablan, y las narradoras no pueden colarse en los libros que escriben, y es imposible que Juan sin miedo no sepa qu‚ es el miedo y pregunte cu l es el medio de transporte que utiliza? En fin, lo que viene siendo un s
