®Una ‚poca no solo se anula a s¡ misma, anula tambi‚n al fil¢sofo¯, recuerda Hugo von Hofmannsthal en El libro de los amigos, en 1922. Y, distintamente, al inicio de su autobiograf¡a, en 1942, Stefan Zweig: ®Ofrezc monos a la ‚poca tal como nos ans¡a¯, citando a Shakespeare, en Cymbeline. Una perspectiva que nos enfrenta a la relaci¢n y posici¢n de cada ser humano en el tiempo y nos hace preguntarnos hasta qu‚ punto somos libres y due¤os de un destino propio o, ciertamente, hijos de la ‚poca, pudiendo poco o nada a¤adir o cambiar en ella. Alternativas que alientan, por un lado, posiciones de cambio y renovaci¢n, si no caen en extremismos de dudosa o truculenta realizaci¢n, y por otro, el deseo o nimo de ignorar la ‚poca y, a pesar de conocerla, vivir aparte, con reglas y costumbres propias o usos y formas de otro tiempo, como hiciera Michel de Montaigne en el siglo XVI, o, moderadamente, como hace o intenta hacer todo ser humano en el curso de la vida, guardando espacios y mbitos para el cuidado de la intimidad: aquella ciudadela interior, que dec¡a Goethe, que nos resume y nos salva. As¡, este libro brind
