Cuando apareció la primera edición de La quintaesencia, los críticos le reprocharon a Shaw que su visión no fuera la del propio Ibsen, a lo que él respondió: Si yo repitiera lo que Ibsen ha dicho, la obra no valdría nada. En esta versión se puede disfrutar a Shaw, el controvertido, el polémico, el iconoclasta, el utopista, el pensador, el creador; esta versión es obra de un traductor que es, además, un poeta.