Se mueve Marta Pumarega Rubio, en La sombra arrojada, en una frecuencia que nos es familiar: la de las relaciones personales de distinta naturaleza, todas ellas hondas y capeadas hasta el infinito; y nos invita a acompañarla a un lugar convertido en común, del que nace una reflexión honesta y descarnada sobre la existencia y sus consecuencias, en un momento vital que es intersección entre el rastro que deja el camino recorrido y la expectación ante un porvenir que todavía pertenece a la poeta y a cuantos hemos sido convocados a la lectura de este libro.
Marisa Adal
Periodista y escritora