Wolef, el protagonista de esta narración, quiere zafarse del pandemónium en el que se ha convertido la civilización actual, despojándose del pasado y de su bagaje cognitivo, y afrontando la experiencia en un estado de ataraxia. El relato, inflexiblemente introspectivo, registra las incidencias de tal estrategia, con un lenguaje que oscila entre lo fríamente quirúrgico y lo atrevidamente visionario.