En la balcánica comarca de Gora, desmembrada por las grandes potencias de la época en tres Estados, habitada por goranas y goranos con lengua propia y antiquísima raigambre herética, existe una aldea, Borje, en la parte albanesa, donde el sol nace dos veces cada día y la luna se pone dos veces cada noche, donde se sabe que tres muchachas bailaron desnudas con la luna, existen plantas y flores prodigiosas, pájaros que gorjean por los confines del mundo convocando a los lugareños a sus deslumbrantes fiestas de San Jorge, días en que se abre el cielo, estrellas que caen en el regazo, melodías que hienden rocas y una anciana maga de trescientos años que retiene la crónica y memoria de todos los tiempos.
Por ese territorio, tan específicamente balcánico y legendario, transita Namik Dokle conducido por sus míticos convecinos, quienes, por vez primera, tanto en albanés como en castellano, se han visto retratados en caracteres de imprenta.