Este poemario está labrado con toda la madera de la nostalgia, deseos y obsesiones de su autor. Al mismo tiempo, el proyecto precisó encontrar un formato que entremezclara el pasado, presente y futuro de un planetoide apócrifo. Comenzó con el sueño de un bestiario, en la misma línea que El libro de los animales imaginarios, de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero. La intención ha sido plasmar los conceptos futuristas en el subgénero de la ciencia ficción conocido como «evolución» o «biología especulativa», cuyos mayores exponentes incluyen a Dougal Dixon y J.M. Coetzee. Sin embargo, el proyecto se deslindó por completo de todo afán científico y se enfocó de lleno al propósito de permitir que los seres que habitan el planetoide se desenvolvieran a la par del ejercicio lúdico que es la literatura. Es este un poemario circular entretejido con manifestaciones oníricas y salvajes, así como la portentosa inevitabilidad del olvido.