El inspector García está ya retirado. Algo que ocurre le hace recordar un caso curioso, y a los compañeros y subordinados de entonces. Pero pronto comprende que la memoria es como un cesto de cerezas y que, tirando de una, como de los recuerdos, van saliendo enganchadas a la primera otras cerezas, unas de rojo profundo y brillante, dulces y sabrosas, pero que, a veces, también arrastran otras picadas, o pasadas y agrias. En ese caso, que llamaron de la llavecita de oro, hubo de todo como en botica, muchas risas y alguna lágrima, pero más que nada le sirvió para conocer mejor a Larita, su subinspectora Montse Arias, una de las primeras mujeres policía con quien trabajó, y a la que sus compañeros habían bautizado Lara Croft, como la heroína del videojuego, por lo buena que estaba, aunque al final acabó todo el mundo llamándola Larita. Misterio, humor y erotismo se conjugan en esta novela de Alvaro Lion-Depetre, donde nos encontramos por tercera vez con ese policía buena persona, marido, padre, amante, enamoradizo y con su muy especial sentido del humor que es el inspector Francisco García.
