Cuando se puso a la tarea de escribir estos cuentos, el autor ya había hecho varios intentos para que la sensatez se impusiera. Pero no, la sensatez no prevaleció sobre la soledad, la desmemoria, la ausencia, una pizca de humor y una chispa de magia que pueblan estos relatos. Claro que ¿desde cuándo la sensatez ha sido buena consejera de la literatura?