En un pequeño pueblo aún marcado por las cicatrices de la dictadura franquista, donde las apariencias lo gobiernan todo, Adela se encuentra atrapada entre dos fuerzas poderosas: la lealtad que debe a su familia y el amor enfermizo que siente por Luis. Pronto deberá tomar una decisión que cambiará su vida para siempre, enfrentándose a una verdad inquietante: las leyes humanas no castigan ciertos crímenes, pues hay delitos que solo pueden ser juzgados fuera de los tribunales. Adela descubrirá demasiado tarde que los seres humanos, al igual que los perros, pueden oler el miedo. Esos miedos profundos que aterrorizan y someten hasta la indignidad, muestran hasta dónde alguien sería capaz de llegar con tal de no perder lo que más ama.
En una red de secretos, traiciones y justicia en sus formas más oscuras y primitivas, el amor y el miedo desatarán los monstruos ocultos en cada uno de nosotros, capaces de transformar a cualquiera en un asesino.