Cuando marches de Puente la Reina y tus pies coloques sobre el puente románico deberás saber y sentir que estás dejando atrás, al pasar el puente de una orilla a la otra, una villa templaria que, de una forma u otra, te ha impregnado si has estado atento o sensible con ese espíritu que emana del Temple allá donde ellos estuvieron.