En el verano de 1936, el Gobierno de la República pide apoyo militar a la Unión Soviética a lo que Stalin accede enviando asesores militares para evaluar la situación del Ejército y la Marina republicanos. El primer asesor naval sería el Capitan de Navío Kuznetsov al que seguirían mas de 100 oficiales rusos que actuarían durante el resto de la guerra en puestos de responsabilidad.
El autor ha investigado en los archivos rusos las memorias y actuaciones de estos marinos soviéticos, ofreciendo en la obra un relato de sus actividades.
Contiene ilustraciones. En el verano de 1936, el gobierno de la República española, a consecuencia del apoyo prestado por la Alemania nazi y la Italia fascista a los militares sublevados, pide ayuda a la Unión Soviética. Stalin tras unos primeros momentos de dudas accede a esta petición enviando asesores militares para eval uar a los restos del ejército republicano y preparar la recepción de las armas que había decidido enviar. Entre estos asesores llega a España a finales de agosto como Primer Consejero Naval el capitán de navío Nikolai Gerasomovich Kuznetsov nombrado Primer Consejero Naval Soviético en España. Kuznetsov sería el primero de los más de 100 asesores navales soviéticos que actuaron en España durante la Guerra Civil. Willard C. Frank ha investigado en los archivos rusos las memorias y actuaciones de estos marinos soviéticos enviados a España entre 1936 y 1939. Ofreciéndonos en esta obra sus nombres, sus actividades como asesores, consejeros, e incluso su actuación como comandantes de submarinos, tanto en la base naval de Cartagena como en el Cantábrico y en el Estado Mayor de la Flota.
«Es verdad que en agosto de 1936 ustedes cometieron la misma locura que hicimos en marzo de 1917, ustedes se libraron de los oficiales en vez de usarlos. Y, como nosotros, rápidamente lo lamentarán.»
Respuesta de Kuznetsov al discurso de bienvenida del comité de la flota Republicana.
Es un libro corto, se podría decir que un artículo largo, pero denso como el combustible de un destructor.
Lo principal es que se ha escrito empleando solo libros y documentación soviéticas. Las fuentes en castellano se limitan, más o menos, a artículos del mismo autor sobre el tema naval, y ni siquiera las incluye en la bibliografía, solo en las notas a pié de página. Y ese es el mérito principal: El autor no se empeña en sumar páginas y páginas para «hinchar» el libro. Tiene un material concreto, y ese material nos transmite, el que supone una novedad y puede aportar nuevos conocimientos al estudio de la cuestión en nuestro país.
El 19 de Agosto de 1936 una llamada al Capitán de Navio Kuznetsov da inicio al programa de asesoramiento soviético a la marina republicana. Tras la ejecución masiva de los oficiales navales españoles,esta se encontraba dramáticamente necesitada de apoyo técnico. Y Stalin decidió proporcionárselo. Pero siempre sin olvidar las prioridades soviéticas. Lo verdaderamente importante era que un país con una tradición naval tan aristocrática y limitada como Rusia lograse que sus marinos obtuviesen una experiencia directa en combate. Stalin quería una marina oceánica, y en España debían entrenarse los oficiales que la dirigirían. Por desgracia, a pesar de que el comité de No Intervención facilitaba la presencia de la armada soviética en el Mediterráneo Occidental y el Atlántico, el estado de los buques era tan lamentable que jamás se autorizó su despliegue lejos de las costas propias. Una limitación que afectó gravemente a las posibilidades de la marina republicana, que perdió así un refuerzo que podría haber resulta vital.
Curiosamente, los oficiales navales soviéticos que sirvieron en España no fueron generalmente represaliados en las purgas. Tiene su lógica. La pequeña, inoperativa y obsoleta armada soviética no tenía muchas oportunidades de desafiar el poder del partido comunista.
Los soviéticos se encontraron con una armada que carecía de cualquier cosa parecida a una dirección estratégica clara. Incluso tras el desastre que supuso la expedición al Cantábrico, no se consiguió otra cosa que fijar a la flota en Cartagena, y emplearla como una fuerza de defensa costera de amplio radio que aseguraba la base y sus cercanías. Esto era vital para asegurar la llegada de los buques Y desde el Mar Negro, pero era un papel limitado para una flota superior a la enemiga.
Encontraron, sobre todo, desconocimiento en matéria técnica, con deficiente mantenimiento del armamento. Los soviéticos se vanagloriaban de haber re-calibrado todos los torpedos de la flota, atribuyéndose de modo mediato el hundimiento del Baleares.
Los asesores tomaron el mando de algunos submarinos, y operaron en los buques más grandes como consejeros técnicos. Una y otra vez elevaban quejas a sus superiores sobre las negativas de las tripulaciones españolas a realizar acciones agresivas. El autor no entra en criticas profundas, solo transmite sus opiniones, pero sin dejar de sugerir que el propio alto mando soviético consideraba que los asesores exageraban las críticas hacía los marinos españoles para encubrir sus propias deficiencias. Tampoco se puede olvidar como repetidamente se hace referencia a la falta de colaboración por parte de los anarquistas, a la presencia de saboteadores nacionales y a la extraordinaria competencia de los militares comunistas. Sería muy generoso esperar que los oficiales soviéticos de la época de Stalin presentasen informes objetivos, sobre todo a nivel político.
Para justificar la falta de éxitos de una flota que asesoraban (y en algunas unidades dirigían) se recurría regularmente, primero a denunciar la falta de competencia técnica, y luego la desmoralización.
En resumen, un libro para conocer la faceta naval de nuestra guerra civil desde el punto de vista soviético.
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