La infancia y la adolescencia dejan huella indeleble. Como el Colegio, donde se hacen las primeras amistades, se aprende a convivir y a soñar y cada día se convierte en una aventura irrepetible... Ese mundo -familiar y escolar- cruza por estas páginas como una estela de luz y de sombras, desde la mirada candorosa de una niña a la angustiosa preocupación de una madre que descubre el clima social en el que se desenvuelven sus hijos.
La autora, con una tersura de estilo envidiable y una agilidad encantadora, mezcla recuerdos y ficción, sin solución de continuidad, que sirven de marco a una realidad fácilmente constatable en la prensa de la época.
Con el atractivo de una exposición suelta y vivaz, con un estilo claro y ameno, hace surgir de pronto la sonrisa, la reflexión, la íntima emoción, la carcajada...
Un sutil sentido del humor recorre estas páginas que, por otra parte, no ahorran crudezas.
El indudable interés literario, con las certeras descripciónes de cada ambiente, la sensibilidad exquisita para retratar estados anímicos, para plasmar retratos psicológicos, podrían animar a