Este poemario está concebido como el proceso de curación de una herida, ese amor, la vida misma que nos desgarra, coagula, se inflama, prolifera y se cierra para que podamos seguir viviendo. Esas yoes, ellas, aún convalecientes, emanan desde el verso que se abre como un torbellino tras la piel y va discurriendo en fondo y forma a lo largo de las páginas que intentan adquirir la forma descendente de esa cicatriz que culmina con la sanación.