En Nimiedades, Carla Trillo Carcelén construye, con un verso directo y libre (pero siempre lleno de guiños al acervo formal de nuestra lírica), el andamiaje perfecto para que nos adentremos, conmovidos, pensantes, hacia el centro de un paisaje de ideas y emociones de una esencialidad anclada en la experiencia y la reflexión. Su pulso seguro, la melodía constante y variada, las resonancias de sus poemas nos llevan por los espacios en los que el (des)amor y, simplemente el hecho de vivir, componen un retablo de destrucción y desgarro de un ser arrasado, abocado a veces al abismo; pero también su voz, siempre con ese lenguaje desenvuelto y preciso, muestra desde la sencillez la compleja búsqueda de sí misma. Búsqueda que a veces, especialmente en la última parte, se resuelve en celebración de la vida y evocación y anhelo de plenitudes cotidianas.