Aunque etimológicamente el vocablo aforismo procede del latín (aphorismus), su origen parece encontrarse en la cultura griega. Hipócrates en el siglo V-IV a. C. y Heráclito de Éfeso, un siglo antes, ya lo utilizaron. Pero si queremos profundizar un poco más sobre dicho término y buscamos sinónimos, encontramos, como mínimo, los siguientes: adagio, apotegma, axioma, dicho, fórmula, paremia, pensamiento, precepto, proverbio, refrán, regla, sentencia, aforema, brevería, greguería, máxima, sofisma, brevedad... Está claro que me he quedado corto. Y Francisco Cejudo se atreve con un nuevo término para denotar un concepto muy manoseado que hasta podemos entender como «frases adulteradas». Al fin y al cabo una frase es, según definición de la RAE en la primera de sus ocho acepciones: Conjunto de palabras que basta para formar sentido, especialmente cuando no llega a constituir oración. Escritores como Andrés Trapiello, Ramón J. de la Serna, Gloria Fuertes, Carlos Marzal, Fernando Arrabal, Joaquín Riñón, entre otros muchos, han hecho incursiones en este campo de ocurrencias y excentricidades. Y que, obviamente, no de