En la antigua Grecia existían numerosos métodos adivinatorios: la observación de los astros, el estudio de las vísceras de los animales, el análisis de los sueños… También contaban con santuarios oraculares, donde se realizaban rituales y sacrificios para interpretar la voluntad de los dioses. Entre todos estos templos, el más importante era el Oráculo de Delfos, consagrado al dios Apolo. La Pitia era la sacerdotisa de este santuario, al que los consultantes acudían en busca de consejos y predicciones. Ella, sentada sobre un trípode de bronce, entraba en trance y canalizaba al dios, ofreciendo sus respuestas que eran, posteriormente, interpretadas por los sacerdotes del templo. Esta baraja oracular se inspira en la antigua Grecia, puesto que en su mitología aparecen ya los arquetipos y los símbolos del inconsciente colectivo que han dado forma al comportamiento humano desde tiempos ancestrales. Estas cartas contienen la sabiduría intuitiva de la Pitia.