PARA PARAR LAS AGUAS DEL OLVIDO

PARA PARAR LAS AGUAS DEL OLVIDO. UN FERROLANO ARANGUREN

Editorial:
DRACENA
Año de edición:
Materia
BIOGRAFÍAS
ISBN:
978-84-944355-9-1
Páginas:
288
Encuadernación:
Rústica
Disponibilidad:
RECÍBELO EN 72H

19,95 €
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Para parar las aguas del olvido no son solo las memorias de infancia
y juventud de Paco Ignacio Taibo I, sino también las de
sus amigos Ángel González, Manuel Lombardero o Carlos Bousoño;
personajes claves en nuestra historia literaria reciente. Aunque
la vívida estampa que plasma de aquel Oviedo de la
postguerra y de las cartillas de racionamiento, de los desfiles imperiales
y de los himnos altisonantes, convierten en Para parar
las aguas del olvido en las memorias de toda una generación:
la de los «niños de la guerra», con su anhelos y sus carencias, sus
aspiraciones y sus decepciones, que tan fundamentales fueron
para el devenir de España y de su cultura en los años cincuenta
y sesenta.
Y, sin embargo, como señala con acierto Luis García Montero en
su prólogo, Para parar las aguas del olvidolejos está en su relato
del patetismo; es más, se sirve de la imaginación y de la ironía
para dejarnos un retrato todavía más conmovedor y palpable de
aquellos días herrumbrosos y destartalados cuando «media España
ocupaba España entera».
Relato imprescindible para acercarse y sentir un tiempo crucial,
aunque todavía nos pese, de nuestra historia.
El autor
Francisco Ignacio Taibo Lavilla nació en Gijón, el 19 de junio de
1924, y murió en la Ciudad de México, el 13 de noviembre de
2008. Con apenas diez años vivió su primer exilio en Bélgica,
cuando su padre, dirigente de la UGT, huyó tras el fracaso de la
Revolución de Asturias. Con el triunfo electoral del Frente Popular,
en febrero de 1936, regresó a España, lo que propició que
viviese la Guerra Civil y la represión posterior, que relata en Para
parar las aguas del olvido. Por la influencia de su tío materno,
Ignacio Lavilla, se convirtió en periodista. En España lo ejerció
en El Comercio de Gijón y en El Correo Españolde Bilbao, donde
encaró desde el reportaje social hasta el periodismo deportivo,
pero en 1959 se exilió a México. Allí, y también desde el periodismo,
se convirtió en una figura en el ámbito cultural, frecuentando,
entre otros, a Luis Buñuel y a Luis Alcoriza. Al punto que
en 1965 fue nombrado director del Instituto Cultural Hispano
de México, y desde 1980 se responsabilizó de la programación
matutina del Canal 18. También, en 1981, fundó y dirigió la sección
cultural de El Universal. Por todas estas tareas y algunas
otras en el ámbito de la información, en 2008, recibió el Premio
Nacional de Periodismo de México.
Su obra literaria superó el periodismo con novelas como Juan
N.M. (1956), Fuga, hierro y fuego (1979) o Pálidas banderas
(1989), o con ensayos sobre el cine como María Félix, La Doña
(1985), El Indio Fernández (1986) o Historia popular del cine
(1996), e incluso con piezas teatrales como El juglar y la cama
(1966) o Los cazadores (1967), y hasta con unas sui generis
memorias, Para parar las aguas del olvido (1982

Drácena recupera estas memorias editadas por júcar en 1982, que son mucho más que las memorias de infancia y juventud de paco ignacio taibo i, pues lo son también las de sus amigos: ángel gonzález, manuel lombardero o carlos bousoño, protagonistas con el