?Eso? es el verdadero significado de ?Dios? en las escrituras s nscritas. ?Eso? es lo que brilla de una persona, es lo que se da a ver cuando alguien sonr¡e, cuando mira con los ojos del alma o simplemente transmite una emoci¢n con las letras de un escrito o con el roce de sus manos? ?Eso et‚reo? necesita un nombre propio para decirse, para pensarse, para nombrarse? en cuentos. Cada uno necesita adjudicarle una entidad a ese brillo que lo habita, a ese rasgo que se cuela sin-sentido anunciando lo m s propio de su ser. Darle un nombre propio conlleva una paradoja: siempre es otro que lo nombra. Entonces, ?Eso? puede ser ?Oro? cuyo brillo constituya una gu¡a a lo largo del camino por la vida; puede ser ?un diamante sin pulir? que te insufle las ganas de encarnar el nombre de aquella canci¢n de adolescente y te sugiera a la manera de Pink Floyd: ?Brilla t£, diamante loco?! O puede ser que un d¡a ?Eso et‚reo? se nombre en la letra de un cuento disparatado que nos haga re¡r hasta las l grimas; en una met fora ordenadora de palabras que dicen lo indecible del amor y del dolor, de la vejez y la esperanza; o en una