?Yo los vigilaba, los esperaba, procurando pasar inadvertida para que nadie me pidiera que cerrase las persianas. Con los ojos bien abiertos, sin pesta¤ear, los ve¡a estremecer las sombras, rayar el cielo con sus temblorosas verticales, para quedarse, unos instantes, detr s de mis ojos. Si ellas me hubiesen visto, tal vez me habr¡an dicho que era in£til luchar contra el destino.??... el m s interesante logro de esta novela es c¢mo Norah Lange consigue convertir al lector en esp¡a de la voyeur. Casi sin darnos cuenta, esperamos con paciencia la hora de que se abra la cortina para ®ver¯, no lo que les ocurre a las personas en la sala de la casa de enfrente, sino a la propia mirona. Un juego de exhibicionismo y voyeurismo a partes iguales.? (del pr¢logo de Carola Moreno).