Los relatos que conforman Pesadillas superficiales rasgan el velo de lo doméstico para revelar un mundo habitado por criaturas marginales, recuerdos obstinados y jardines que no perdonan el olvido. Mosquitos, lirios, endrinos y fantasmas comparten escenario con ladrones melancólicos, gigantas misántropas y heroínas intrinsecables. Lo vegetal y lo animal, lo visible y lo oculto, se entrelazan para narrar la tensión entre la memoria y el desarraigo, la resistencia íntima frente a la decadencia de lo colectivo.
A medio camino entre la fábula, la autoficción y la crónica ecológica, este libro propone una mirada crítica, tierna y feroz sobre nuestro modo de habitar el mundo.