Pisar las canteras de mármol en la naturaleza nos da energía; caminar entre los mármoles de los cementerios nos empuja a la melancolía, al romanticismo que nos recuerda que todo pasa y todo queda; contemplar mármoles en los recintos arqueológicos y en los museos nos despierta la admiración por sus formas artísticas, pero lo que debe de ser increíble es nadar o bucear entre mármoles, en las llamadas canteras marinas, disponibles para buceadores y nadadores en el Mediterráneo.