Definiría el hecho de escribir poesía como el acto impúdico de desnudar el alma, de exponer emociones y sentimientos a la mirada ajena. Lejos de constituir esto un hecho exhibicionista en sí mismo, nacen los versos como una necesidad profunda de autoconocimiento, una realidad a veces real, otras veces inventada.
En este universo paralelo creado por el poeta surgen los versos como mana el agua en las profundidades de la tierra.