®Son inmateriales pero penetran todas las cosas. No forman parte del mundo censado y catastral que se disputan la f¡sica, la biolog¡a y la ontolog¡a. Sin embargo, aquello que somos y cuanto hacemos individualmente y colectivamente se torna posible gracias a su presencia. Son la emergencia de una exterioridad c¢smica que interrumpe la continuidad metaf¡sica que tenemos la ilusi¢n de que define el universo en el cual vivimos. Sobre todo, representan la eflorescencia difusa e infrahumana del yo. Los espectros son la forma suprema de la subjetividad m s all de la vida y de la corporeidad, algo m s que la muerte. Constituyen la consistencia primaria de la conciencia, la realidad objetiva de aquello que llamamos pensamiento y que la arrogancia de los siglos nos ha atribuido de modo exclusivo. A diferencia de cuanto la metaf¡sica y las ciencias nos han acostumbrado a pensar, el mundo no es un agregado de materia y humanidad. Y m s all del ser no se halla el Uno sino la infinita anaritm‚tica de estas divinidades menores. Estas p ginas retoman y echan el guante a la Comedia dantesca: describen un viaje y una fenome