España es un país multilingue, no plurilingue. Un país es multilingue cuando en él se hablan varias lenguas, lo cual sucede en casi todos los países. En cambio, un país es plurilingue cuando sus ciudadanos se esfuerzan por manejarse en varias de sus lenguas y dicha pluralidad linguística forma parte de la esencia del país, lo cual evidentemente no se corresponde con la realidad linguística española. Ni el español es la lengua nacional, como puedan serlo el francés o el italiano en sus respectivos países, ni el catalán, el gallego o el vasco son lenguas regionales, como sucede con el corso, el bretón o el veneciano más allá de los Pirineos. Pero el español es la lengua común de los ciudadanos de nuestro país desde hace mucho tiempo. Lo notable del caso español es que la variedad de lenguas se considera un síntoma que enmascara un serio problema político. En España las lenguas se usan como justificación de las naciones que supuestamente sustentan y de la existencia de cuatro lenguas se infiere la de cuatro naciones que serían algo así como estados irredentos que es preciso liberar, lo que lleva a interpretar a