El prejuicio, el temor al rechazo, la propia fobia interiorizada o la necesidad de ocultarse socialmente son variables que generan una tensión extra en personas con orientación, identidad y/o género no-normativo, tal y como recoge el psiquiatra Ilan H. Meyer en su modelo de estrés de minorías. La forma en que cada persona encara ese sobreestrés dependerá de su estilo de afrontamiento, influido por los factores personales, la habilidad en la gestión emocional, las experiencias previas y por, nuevamente, la naturaleza de los estresores de cada situación. Ante este curioso diadelo, es fundamental contar con recursos que reduzcan tanto los estresores como los patrones de afrontamiento que no son útiles. Décadas de práctica avalan los beneficios del mindfulness y decenas de estudios evidencian su utilidad en personas de colectivos minoritarios.