«Faltan curas. Lo dicen los obispos, lo dicen los periódicos, lo dicen los sondeos. [...] Después, se habla mucho de los sacerdotes, en general mal: se comenta cómo y de qué hablan; lo que hacen o lo que dejan de hacer; de qué se ocupan y de qué dejan de ocuparse. [...] Tal vez alguien llegará a la conclusión de que los curas son un gran problema para la Iglesia. No me parece que este sea un gran estímulo, ni para quien quiera ser sacerdote ni para quien intenta ayudar a los demás a serlo». Así empieza esta serie de pequeños artículos en forma de exhortación a los sacerdotes, con el estilo de un supuesto texto apócrifo sobre el ministerio sacerdotal. Como si el propio san Ambrosio se dirigiera al clero milanés. Con delicadeza y sentido del humor, y un buen conocimiento de la vida cotidiana de un cura de parroquia, Delpini va esbozando un modelo de sacerdote, de comunidad y de Iglesia acogedores y cercanos a la gente, buenos transmisores del Evangelio y sin clericalismos. Mario Delpini (Gallarate, Lombardía, 1951) es arzobispo de Milán desde julio de 2017. Estudió literatura, teología y patrística y fue recto