Desde su fundación, Veracruz asumió las funciones de una importante ciudad y constituyó, a la vez, el puerto más estratégico y vital para los intereses comerciales del virreinato. Muchos de los temas económicos y culturales de la historiográfica del México colonial se reflejan en esta historia accidentada y compleja, pues la creación del espacio comercial novohispano convirtió a Veracruz en la "llave del reino", en un emplazamiento que funcionaba como ciudad bisagra entre el mundo atlántico y la tierra adentro: con la mirada puesta hacia ese espacio marítimo de intercambio de mercancías, plata y libranzas y, a la vez, testigo secular de la creación de los nuevos mercados internos de la Nueva España.