TOLEDO Y LA MESA DE SALOMÓN

TOLEDO Y LA MESA DE SALOMÓN. TOLEDO Y LA MESA DE SALOMON ENTRE ESCILA Y CARIBDIS

Editorial:
LEDORIA
Año de edición:
Materia
HISTORIA
ISBN:
978-84-95690-94-4
Páginas:
200
Encuadernación:
Rústica
Disponibilidad:
En stock

15,00 €
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Mesa de Salomón
Dibujo que muestra un mueble construido para el Templo de Salomón, de una biblia en latín de mediados del siglo XVI. La cita que describe la imagen en el libro dice "Una descripción del mar, que es la fuerza más grande de los buques mercantes de agua"
Dibujo que muestra un mueble construido para el Templo de Salomón, de una biblia en latín de mediados del siglo XVI. Se trata de donde se colocaba el pan, los platos, las jarras y otros utensilios.

La Mesa de Salomón (rey de Israel, 978-931 a. C.) –conocida también con los nombres de Tabla o Espejo de Salomón–, es una leyenda que cuenta cómo el rey Salomón escribió todo el conocimiento del Universo, la fórmula de la creación y el nombre verdadero de Dios: el Shem Shemaforash, que no puede escribirse jamás y sólo debe pronunciarse para provocar el acto de crear. Según la tradición cabalística,

"Salomón lo confía a una forma jeroglífica de alfabeto sagrado que, aunque evita la escritura del Nombre de Dios, contiene las pistas necesarias para su deducción. Este jeroglífico tiene como soporte material un objeto: la llamada Mesa de Salomón".
Eslava Galán, op. cit.

Según esta leyenda, la trascendencia de la tabla está en que dará a su propietario el conocimiento absoluto (ya que el pronunciar el nombre de Dios significa abarcar a toda su creación), pero el día que sea encontrada el fin del mundo estará próximo.

A menudo se ha asociado el aspecto de la mesa al que tenía un mueble del Templo de Salomón que simbolizaba el mar.1

Índice

1 Descripción
2 Historia
2.1 Cronología
3 Crónicas de Al-Ándalus
4 La Cueva de Hércules
5 La leyenda en la Iglesia de Santa María de Melque (Toledo)
6 La leyenda en Francia
7 Repercusión
7.1 Cine
7.2 Literatura
8 Referencias
8.1 Notas
8.2 Bibliografía
9 Enlaces externos

Descripción

Hay varias descripciones de la que puede ser la Mesa de Salomón:

En la Biblia se dice, que, como parte del mobiliario del Templo, el rey Salomón:

Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos. Y rodeaban aquel mar por debajo de su borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido. Y descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la parte de adentro. El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.
Libro de los Reyes, capítulo 7. Versísculos 23 a 26

Según el Ajbar Machmua, una crónica bereber del siglo XI, es una mesa «cuyos bordes y pies, en número de 365, eran de esmeralda verde».
Al-Macin asegura que estaba «compuesta por una mezcla de oro y de plata con tres cenefas de perlas».
Según las órdenes de Yavhé a Moisés, él debería construir una mesa que debería estar hecha de madera de acacia y cubierta de oro puro, sin plata ni perlas,2 y sobre ella debería de colocarse el pan.

Haz una mesa de madera de acacia. La mesa debe medir noventa centímetros de largo, cuarenta y cuatro centímetros de ancho y sesenta y seis centímetros de alto. Recubre la mesa de oro puro y hazle un borde de oro alrededor. Luego hazle un marco de siete centímetros de ancho y ponle un ribete de oro. Haz también cuatro argollas de oro y colócalas en las cuatro esquinas de la mesa, sobre las cuatro patas. Pon las argollas cerca del marco, para sostener las varas que vas a usar para cargar la mesa. Usa madera de acacia para hacer las varas y recúbrelas de oro. Las varas son para cargar la mesa. Harás de oro puro los platos, cucharones, jarras y tazones. Las jarras y los tazones se usarán para servir las ofrendas. Colocarás en la mesa, permanentemente ante mí, el pan de la presencia.
Éxodo, capítulo 25. Versículos 23 a 30.

Existe la teoría de que la Mesa de Salomón descrita por los musulmanes españoles era la Tabula Smaragdina, atribuida a Hermes Trismegisto:

«Esta Mesa de Esmeraldas se ha dicho que era la Tabla-Mesa de Salomón. Su nombre recuerda la Tabla Esmeraldina del hermetismo alquimista, que da título a uno de los textos herméticos atribuido a Hermes y grabado en una tabla de esmeralda de una sola pieza.»
Ángel Almazán3

Historia

Salvada por los sacerdotes cuando el saqueo y destrucción de tiempos de Nabucodonosor II, estaba depositada en el Templo de Jerusalén, y fue trasladada a Roma cuando Tito a su vez lo destruyó en el año 70, y guardada en el templo de Júpiter Capitolino primero, y más tarde en los palacios imperiales.

Todo lo que las naciones más venturosas habían podido acumular de precioso, de más maravilloso y de más caro con el paso de los siglos, quedaba reunido aquel día para dar a conocer al mundo hasta qué punto se elevaba la grandeza del Imperio. Entre la gran cantidad de botines, los que destacaban con dorado brillo eran los que habían sido capturados en el templo de Jerusalén, la mesa de oro que pesaba varios talentos y el candelabro de oro... (Flavio Josefo, Guerra de los judíos, VII, XVIII)

Cuando los godos saquearon Roma en el año 410, fue llevada a Carcasona, como parte del «Tesoro Antiguo», y luego a Rávena para salvarla de los ataques francos. En 526 la reclamó el rey Amalarico, y Teodorico, rey de los ostrogodos, se la devuelve. Esta historia contada por Procopio de Cesarea4 es la última noticia cierta que se tiene durante años: ni los francos ni los árabes lo mencionan entre el botín conseguido en sus sucesivas invasiones de la región.

Alarico II tuvo que abandonar Tolosa, la capital de los visigodos, en el año 507 perseguido por los francos, y se refugió en España. Se supone que tras el asesinato del rey en Barcelona la Mesa fue trasladada con el resto del tesoro, que se instaló en Toledo (nueva capital). Sin embargo, no se ha podido probar con certeza, la única cita es de Aben Adhari:

Trasladaron tesoros y botines innumerables, entre los cuales se encontraban misteriosos amuletos mágicos, de cuya conservación y custodia dependía la suerte del Imperio fundado por Ataúlfo...

Cronología

Circa 950 a. C.: Salomón la construye y la deposita en el Templo de Jerusalén.
587 a. C.: Nabucodonosor II toma Jerusalén y traslada los tesoros del Templo a Babilonia.
540 a. C.: Ciro permite el regreso a Jerusalén.
70: Tito toma Jerusalén y la traslada a Roma con el resto del botín.
410: Alarico I saquea Roma y se apodera del botín de Tito, trasladándolo a Carcasona.
507: Tras la derrota a manos de los francos, Teodorico lleva el tesoro a Rávena.
526: Amalarico reclama el tesoro a Teodorico y lo traslada a Barcelona y posteriormente a Toledo.

Crónicas de Al-Ándalus

La leyenda musulmana más extendida defiende que la mayor parte del tesoro real que acompañaba a Alarico en su huida de las Galias fue guardado durante siglos en la "Cueva de Hércules" de Toledo. Cuando Táriq derrota a Rodrigo en la batalla de Guadalete (año 711) y avanza por el reino sin encontrar resistencia, la Mesa de Salomón se lleva a Medinaceli para salvarla, de ahí que fuese llamada Medina Talmeida ("Ciudad de la Mesa") y Medina al Shelim ("Ciudad de Salomón").

El Obispo don Rodrigo Ximénez de Rada, basándose en textos de al-Razi y de Ibn al Qutiyya, cuenta cómo Táriq atravesó unos montes llamados Gebelculema (Yabal-Sulayma, es decir, "Montaña de Salomón": Zulema) y llegó a Complutum (Alcalá), donde halló escondida la mesa, que según esta historia tenía 365 patas de oro con miles de esmeraldas engastadas.

En la crónica bereber Ajbar Machmua se relata que Muza, envidioso del éxito obtenido por su lugarteniente Táriq en Guadalete frente al rey visigodo, desembarcó en la península para enfrentarse con él por la posesión de una mesa que habría sido de Salomón y que estaba entre el tesoro real godo en Toledo. Ambos fueron a Damasco para que el Califa Suleimán I se pronunciara, y ninguno volvió a la península.

Más tarde, la Mesa vuelve a ser mencionada por dos cronistas árabes: