Solo saben que van al norte. Han corrido rumores sobre una fortificación. Se supone que será contra los alemanes. ¿Dónde, cómo? La frontera con la Alemania nazi es larga: desde Suiza hasta Bélgica. Nadie sabe nada. Traqueteo del tren. Lento, sin prisa, entre la nieve ya. Con un frío de mil demonios.
Tumbados en la paja de un vagón de ganado. Luego, Ángel se enterará de que así, pero en peores condiciones, transportarán a los judíos, polacos u opositores al nazismo hacia los campos de exterminio. También a los trabajadores voluntarios que, ocupada Francia, serán obligados a viajar como ellos a las fábricas, canteras, campos alemanes. Y por supuesto, a los apátridas españoles camino de Mauthausen. En ese momento, apretujados para que el frío no atenace, nadie sabe nada. Apenas del pasado y nada del futuro. Son refugiados.