Seremos más que el delirio de la primavera que recordará nuestros ojos cual cuadro varado en sola y blanca pared del museo de nuestros recuerdos. Puede que ya no vuelva lo que se fue y volverá lo que aún no está.
Las palabras vuelan y es mejor obviarlas en el aire del destino para que, plasmadas en estas hojas, recuerden que somos recuerdos de otras almas y esperanza de una humanidad que en el ayer existió. Escritos difuminados en formatos diferentes, en suspiros de un alma que aún vive y que cree en la necesidad de recrearlos en letras, con la misión, y consciente de ella, de evitar que la vida se duerma en los laureles o que ande por las ramas de falsas promesas de un mundo mejor. La poesía es pues la acción de un alma despierta y no el acomodo de una prosa silenciada, entre rejas, es la vitalidad que no debe extinguirse.
