La historia del rey don Sebastián de Portugal está rodeada de enigmas. Algo que procede tanto de su vida privada y pública, como de la muerte inesperada que le llegó en el campo de batalla en el norte de África. Todos los historiadores coinciden en que este halo de misterio proviene desde el momento en que el joven monarca tuvo uso de razón y al mismo tiempo cuentan que, al principio, la incógnita procedía de sus gustos e inclinaciones personales, que no parecían ser heterodoxas, desde el punto de vista de algunos servidores; luego surgirían las ausencias de palacio y ciertos viajes clandestinos que dieron mucho que hablar. Más tarde vendría la sospecha de conspiración, contubernio y mala vida, que se veía reflejada en un gobierno de tendencia individual y muy particular, que para algunos nobles rozaba lo despótico; para finalizar con la muerte acaecida a manos de los sarracenos durante la guerra de sucesión de Marruecos. Ahí comenzó otro episodio lleno de misterio, fundamentado en la supuesta desaparición del cadáver del rey, del que se dijo que nunca pudo ser hallado tras la batalla en la que perdieron la
