Cuando el joven bibliotecario comenzó a trabajar en una pequeñapoblación, donde se encuentra la iglesia en la que está enterrado elescritor Francisco de Quevedo, no podía imaginar el periplo que leesperaba, a lo largo de su vida, hasta resolver el misterio de unmanuscrito perdido durante más de 350 años. Tampoco podía sospecharque el mismísimo Quevedo recurriera a él, y a un extraño grupo debibliotecarios especialistas en libros raros y antiguos, paradesentrañar un enigma en el que estaba en juego el honor del propioescritor.