Osarte Garayoa, Xabier
En el espejo de la vida
apareciste
con rostro humano, cercano a la naturaleza,
con una sonrisa tierna, amable; con una mirada suave, dulce.
Ahora te siento en mi interior, en la tierra, en el cielo, en el mar;
te siento asociado a una energía común, que vive dentro de cada ser;
te siento cuando escucho múscia, cuando estoy aburrido;
te veo con frecuencia en el joven que se enamora,
en el anciano que llora de emoción,
en el niño que juega con la nieve;
teveo en las rosdas rojas
que perfuman el jardín,
en el viento que refresca la hierba de la montaña,
en las aguas del mar que surcan los horizontes del cieno;
te veo porque estás dentro de la carne y de la ceniza, de la luna y del sol;
te veo por que siento el latido de tu corazón en mi sangre;
te veo porque naces, creces, te transformas, como las plantas, los animales, el agua;
como las rocas, el viento;
como el fuego, la flor.
Todos somos dios,
energía atemporal,
enel continuo devenr de la vida y de la muerte, del bien y del amor.
