Muchos individuos descuidan sus palabras. Ignorando el potencial que como semillas poseen, recogen cosechas de tristeza, dolor y enfermedad. Lo peor del asunto es que desconocen que semejante aflicci¢n se la originan ellos mismos con su modo de hablar. Las palabras curan o hieren, generan vida o muerte. Las palabras provocan guerras o contribuyen a la paz. Las palabras de un padre construyen o destruyen la vida de sus hijos. Las palabras unen o separan personas. Las palabras extinguen o extienden fuegos. Se debe prestar atenci¢n a las palabras que emitimos y admitimos; a las que decimos y a las que nos decimos. La Biblia esconde entre sus p ginas cientos de principios relacionados con el uso del lenguaje; al aplicarlos, se obtienen los beneficios que otorga el buen uso de las palabras. El lenguaje del reino fue escrito para quienes reconocen que su lenguaje necesita una profunda renovaci¢n.