Como Orfeo, todos los poetas estaban en peligro de tener una mala muerte. En todas partes los editores hab¡an sido saqueados y las antolog¡as de versos quemadas. En todas las ciudades se produc¡an masacres. Por el momento la admiraci¢n universal iba dirigida a ese Horace Tograth, que desde Adelaida (Australia) hab¡a desencadenado la tempestad y parec¡a haber destruido para siempre la poes¡a. ®En El poeta asesinado, que es su m s hermosa novela, la juerga novelera llega al delirio, y disfrutamos como viendo desde un puente el arrebato y el disloque de las aguas que se destrenzan en cascadas. Muri¢ despu‚s de haber influido en los destinos del arte contempor neo¯ (Ram¢n G¢mez de la Serna).