Nuria tiene 31 años y es profesora de Filosofía del derecho en la Universidad de Zaragoza. Ha solicitado un año de excedencia por maternidad. En este tiempo, escribe un libro para su hija Natalia con la intención de dárselo cuando cumpla 18 años. Cuenta con los recuerdos guardados en un viejo cuaderno amarillo. En sus páginas, conservó la memoria de los violentos acontecimientos en los que se vio envuelta junto a su amiga Merche mientras estudiaba segundo de bachillerato. Aquel día, Alfonso y el resto de sus amigos del instituto de Ejea de los Caballeros decidieron divertirse con ellas. De hecho, las condujeron hasta las mismas puertas de la muerte en un entorno de fiesta, drogas y alcohol que se les fue de las manos. El padre de Nuria acabó interpretando aquellos hechos como una humillación familiar. Para alejarla de los rumores de la comarca y también como condena moral hacia su propia hija, decide llevarla a estudiar a Zaragoza. Después de pasar una larga temporada en el hospital, Nuria tiene que repetir curso y prepararse para hacer la selectividad. Su padre quiere tenerla controlada. Por esta razón, le
