Cuando la leucemia nos arrebató a Alejandra, a los trece años de edad, sentimos perder un tesoro. Todos ignorábamos que, al partir para ese distanciamiento inesperado, no sé iría del todo, pues nos regalaba su fantasía para siempre a través de una historia titulada La Nana de Shada. Alejandra, no escribe, relata la historia para que llegue directamente a nuestra sensibilidad; con la gracia, el color y la frescura de su infinita ternura. A su argumento no le falta ingrediente alguno para ser un excelente relato fantástico: el bosque misterioso donde moran seres mágicos pero oscuros " La Sombra", los cuales custodian su secreto; la metamorfosis que convierte a la gente del pueblo en árboles cantores -como la fábula de Dafne de Ovidio, en la que la ninfa se trasformó en Laurel-; el coraje y los desafíos de las jóvenes hermanas contra las desventuras que las acechan continuamente. Y al fondo de este cuento, escenario del misterio, siempre suena una nana serena y protectora: es la nana de la enigmática y desaparecida hermana mayor Shada. El símbolo de fraternidad que sintió Alejandra por sus propios hermanos en su vida real.
