El lector tiene en sus manos un poemario donde se conjugan dolorosos sentimientos de amor platónico a temprana edad y la inocencia en fuga de la infancia, posteriormente confrontados con la visión del joven que vuelve al pueblo donde soñó, por saber que fue de aquella hermosa niña pelirroja que, de algún modo, aún recuerda como su despertar al amor. Todo entre ella y yo transcurrió casi sin palabras, aquellos sentimientos no las necesitaban... La fragilidad de lo efímero, imágenes que perduran, como las ilusiones perdidas frente al puente de piedra, un mar de ensueños, la acera a la puerta de su casa y la fragua imaginaria donde arden mis recuerdos, conforman estos versos.