El libro narra las peregrinaciones de Lisardo, un caballero madrileño que abandona la corte tras herir
al que considera su rival por el amor de Gerarda. Durante su viaje, se tropezará con varios personajes
que, a su vez, cuentan sus propias historias, convirtiendo el volumen ?uno de sus pocos ensayos de
«narrativa larga», junto con Los amantes andaluces (1633)? en una suerte de colección de relatos
entrelazados. La sutil trama inicial se enmaraña y amplía en virtud de las secundarias, hasta alcanzar
el feliz desenlace. Industrioso tejedor de ficciones, Castillo aprovecha todos los moldes narrativos ?
pero también poéticos y teatrales? que cultivó desde los felices años veinte, mezclando claves que
proceden de la novela sentimental, la bizantina, la morisca y la pastoril.