La mente humana trabaja en dos campos bien diferenciados: el campo intelectual, de los conocimientos y el campo emocional, de los sentimientos. Una persona que no cuide adecuadamente su mundo afectivo estará sujeta a diversos tipos de trastornos psicológicos que pueden desembocar en verdaderas patologías difícilmente superables.
Conocer cómo funcionamos emocionalmente nos ayuda a corregir actitudes y sentimientos indeseables previniéndonos de depresiones, sentimientos de celos, egocentrismo, pasiones exacerbadas, etc., que no conducen sino a la infelicidad del individuo. La mayoría de las personas no saben controlar sus afectos de forma saludable, lo cual no implica en absoluto que deban reprimirlos, sólo han de aprender a aceptarlos y a sacarles el mayor provecho posible (la represión, por lo general suele ser algo que se produce a pesar de uno mismo, de forma involuntaria).