El caminar emprendido por los grupos humanos desde sus primeras formaciones sociales, fue acompañado por las experiencias, muchas veces terribles, derivadas de la influencias de una entidad a la que llamaremos, de menera general y amplia. Tierre Madre.
Desde esa figura primera, que administraba la vida e impulsaba la muerte sin piedad ni reposo alguno, transcurridos muchos milenios en ese entorno espacio-tiempo que es la Tierra, se formó, según parece desprenderse de las tradiciones llegadas a nosotros, otra figura, más socializada y accesibible quizá, pero casi igual de implacable y severa de la anterior: la Diosa Madre.
Huellas de estas creencias aparecen en las culturas de casi todos los pueblos. Y los ojos grabados que hemos heredado de la Antigüedad, parecen narrar algunos episodios de dicha historia.
