El fascismo y su fundador, Benito Mussolini, constituyen un episodio de enorme magnitud histórica. Una revolución inédita y un líder nato que levantaron el Estado fascista con gran apoyo popular. Gran parte de la sociedad europea, e incluso minorías intelectuales de Estados Unidos, quedaron fascinadas por este movimiento de masas sin precedentes. Los problemas llegaron para Mussolini con la II Guerra Mundial. En suelo italiano, y a partir de julio-septiembre de 1943, se vivió un enfrentamiento civil entre partidarios fascis-tas de la República de Salò y fuerzas partisanas, especialmente las comandadas por el Partido Comunista. A finales de abril de 1945, el tiempo de Mussolini había acabado. El fascismo iba a terminar en un colapso, en una némesis de odio y sangre.
