Leslie-Ann nació varón, si bien desde muy temprana edad supo que aquella no era su condición. A los 18 años se traslada de su pueblo natal, Asbury Park, a Nueva York para convertirse en Ann: una bella jovencita de largo pelo rubio sin connotaciones externas de transexualismo.
En la gran manzana, tras varios trabajos, obtiene una suculenta exclusiva como modelo para fotos vintage, lo que le permite alquilar un loft en Tribeca, que acondiciona para sus propias sesiones fotográficas, y dedicar tiempo a mejorar su técnica musical.
Su prócer, Arthur Nash, es un hombre mayor, culto y miembro consultor del Metropolitan Museum que la idolatra. Sobrepasados los cuatro años de contrato Nash muere legándole una renta indefinida, un Ford Mustang y la propiedad del loft en que vive.
Durante un viaje a Londres Ann conoce a Freddie, el líder de una gran banda de rock, quien aviva su deseo de dedicarse a la música y la invita a la presentación en New Orleans de su último álbum y, posteriormente, a Memphis, donde se iniciará como músico en Beale Str. y le ofrecerán grabar un disco y realizar una gira. A pesar del éxito de ésta, una serie de circunstancias la llevan a abandonar y regresa a Manhattan.
Allí inicia una relación amorosa con Leah, hija de Nash, con quien realiza un viaje al oeste (LA, Palm Spring,...) como despedida por la partida de Leah a Amsterdam y en el q se enamoran perdidamente.
Meses después Ann se traslada a vivir con Leah: un año en Amsterdam y luego al sur de Francia, como hicieran los pintores de la cuerda de Van Gogh. En una visita al hospital comunican a Leah la necesidad de intervenir quirúrgicamente unos coágulos en el cerebro. Regresan a NY pero tras la operación Leah fallece. Ann, destrozada, decide llevar parte de las cenizas al espace Van Gogh en Arles y relee las cartas de Leah antes de volver a Manhattan y a la música, tal como le había pedido Leah. En los compases finales de la narración, se pregunta si estará a tiempo de creer, como le dijo Leah, que serían igual o más felices en el más allá.
